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Imaginación sónica

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 Por Pablo Toblli | Una de esas trasnoches ya muertas de diciembre del año pasado, en donde dejamos que el año vaya a perderse por la bocacalle de los sueños no cumplidos, me amanecí escuchando Trinchera (2022) de Babasónicos, un disco que tuve pendiente todo el año. Por estar más abocado a ver películas y leer libros, no escuché tanta música, solamente algunas cosas melancólicas como el disco Adore the Journy (2020), de Openness y el último sencillo que largaron - Last summer in Tokio- que lo puse varias veces durante el invierno 2022. Pero sobre el comienzo del clima cálido, casi lo único que hice fue escuchar música, y allí me reconecté con el rock nacional. Fui a ver Babasónicos unas semanas antes en mi provincia y t ocaron varios temas  que yo no conocía. Para mi sorpresa esas fueron las canciones que más me gustaron. Había ido al show con M, y ella, que sabe más que yo de la banda, me dijo que las que me habían gustado eran del nuevo disco. Yo estaba en el show como esos alu

La escritura crítica

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Por Pablo Toblli |   Objetividades, farfulleos y obliteraciones Existen distintas formas de hacer crítica sobre arte: la que pretende objetividad y formar canon a través de la imparcialidad  y lo pedagógico de su escritura. Por otro lado, la subjetiva o impresionista, valorativa, candorosa y polémica, esa cultivada en gran parte del siglo XIX, sobre todo, en el  periodismo gráfico.  En el siglo XX apareció la que -me animo a arriesgar- pretende ser “arte y crítica” al mismo tiempo. Esta última explica en metáforas o imágenes el sentido de una novela o una instalación visual, como si tuviera que inventar un nuevo paisaje y nuevas palabras que no existen, que fluyen por diversos pasadizos del pensamiento y la imaginación, para dar cuenta de una lectura; como si en realidad la literatura o la pintura que están reseñando fueran excusas para dar lugar a otra obra propia del crítico, o a una escritura ampliada de la fuente; como si de repente crítico y artista fueron dos sujetos dialogando o

Contra todo lo perdido

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Perversión para principiantes  Por Hugo Nicolás Salinas |   Sobre un antecedente En 1886 Richard von Krafft-Ebing pública su estudio sobre las actividades perversas que se desarrollan en el campo de lo sexual. "Psychopathia sexualis", un extenso compilado donde los relatos detallados ilustran de un modo muy gráfico y pintoresco las desviaciones de la actividad sexual, con el interés de servir como referencia a la comunidad médica, juristas y a la población en general. Así nace la obra primigenia sobre aquello que se practica sin entender en la cama y fuera de ella.   La perversión con Freud En 1927 Sigmund Freud, en su texto “El Fetichismo” expresa que un fetiche es un objeto que remplaza a un objeto sexual normal, pero este primero debe guardar una cierta relación con el segundo y es completamente inapropiado para servir al fin sexual normal. Este nuevo objeto, “el fetiche”, está destinado a preservar algo de la desaparición, es una "denegada" ante la pérdida

Luciferina

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 Por Maira Rivainera |  ¡El viento se levanta!... ¡Hay que intentar vivir! Abre y cierra mi libro el aire inmenso Paul Valery   Que vengan repuestos de cuerpo para suplantar el de una cuando el que se posee ya cansado. O podría darse el caso de separar el cerebro del interior del cráneo, si sólo las neuronas fuesen necesarias para la lectura. O se lee con el cuerpo. Cuando las palabras discurren y la mente encuentra nada, el pie dibuja la impaciencia, cruzada una pierna sobre la otra la punta de la zapatilla dibuja elipses en el aire la espera.  Qué búsqueda enferma animará para atravesar algunos libros. Hace tres no me detengo, primero en .pdf, después papel, luego papel otra vez, insistencia perpetua. Un impulso que dicta leé . Una amiga tenía un auto con la patente ele, e, e. Yo hacía de eso un signo dirigido hacia mí. He leído por curiosidad, por obligación y por deber. Leer es siempre diferente, aunque la persona que se observe en tales prácticas parezca idéntica en estaticida

Las luces del loco amor

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Sobre tres maneras de abordar las luces en el cine Por Pablo Toblli | Es usual la idea de que en las artes existe un principio ordenador que equilibra la obra, para dar impresión de armonía a quien se dispone a percibir y extraer de ella una sensación o visión de mundo, ya sea explícita o encriptada, a partir de la amalgama de los signos que componen una estética. Esto se logra a través de un interjuego de correspondencias entre las materialidades de los signos. En este sentido, algunos artistas suponen que si en su película, por ejemplo, subyacen temas trágicos o melancólicos, el tratamiento de luces, el trabajo de los actores y toda la puesta en escena deberían confluir para lograr una consistencia que permita allanar el camino para definir con precisión lo que el autor intenta transmitir (se). Para llevar adelante este proceso, bastaría con equilibrar una mapa de signos congruentes que se hermanen como socios políticos. Ahora bien, ¿qué ocurre cuándo el camino no es tan claro?, ¿cuá

Pizzería merece mi amor: tratado sobre la estética

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 Por Antonella Sorrentino | Casi nunca camino hasta el supermercado de mi barrio, ese espacio geográfico que a veces habito . Pero cuando sucede hago el ejercicio de pensar en medio de la vida cotidiana en abstracciones, en esos conceptos que por ser generales me resultan inabarcables, inaprensibles.  Ayer, por ejemplo, mientras caminaba con la lista en la mano llegó la inoportuna pregunta: ¿qué es lo bello? A sí, con pronombre impersonal. Allí inicia el enorme esfuerzo que radica en no pensar -por ese vicio que acecha a los que nos vemos envueltos en eso que algunos llaman “la academia”, cosa que no es más que la organización del mundo según las acartonadas normas APA- de acuerdo a las categorías que nos facilitan las definiciones y nos vuelven aún más tontos. No, al contrario, es un ejercicio que exige el descomunal esfuerzo, al menos para mí que carezco de la sensibilidad necesaria para captar el mundo, de pensar en las particularidades. Una fuerza inexplicable me detiene fren

Ciudades, testigos y dolor

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 Por Pablo Toblli | Jaques-Alain Miller en su conferencia “La pasión del neurótico” plantea que una de las tradicionales inquietudes que hacen sufrir al neurótico es la de no encontrar una razón para canalizar su deseo, esto es, el sentimiento de que esa pasión de búsqueda nunca encuentre el objeto perfecto que aglutine la justificación de estar vivo, porque el candor de encontrarlo es insoportable y el neurótico lo único que quiere es seguir dudando de la existencia; seguir caminando, seguir buscando y luchando con sus carencias: “todavía no soy el artista que quiero ser”, “todavía no tengo el aplauso de aquel”, “todavía no logré conquistar a tal persona”. Hasta aquí, un psicoanálisis clásico; pero Miller, en una observación sutil, casi de crítica literaria, soslaya el valor de la presencia de otro que sea capaz de atestiguar los itinerarios del neurótico: sus intrincadas e infundadas vacilaciones que lo acercan y lo alejan del objeto, o las largas miradas y caminatas perdidas en el