Soñar con lo que tenemos a mano
Por Pablo Toblli |
Una vez soñé que Gustavo Cerati nos daba un show en la panadería del Supermercado Vea de Avenida Alem al 200 de la ciudad de San Miguel de Tucumán; lo único que separaba al artista de los asistentes era la barra de metal que está para poner los pies y elevarse a pedir el pan; esta barra, en el lenguaje onírico -yo lo creía así en el sueño- venía a simbolizar las tradicionales vallas de metal que se ponen entre el escenario y los fans en los conciertos reales. En otra ocasión, soñé que Adrián Dárgelos cantaba solo sin la banda, vestido con una capa negra para mí y unos amigos en un hostal de Tafí del Valle, mientras nosotros dormíamos en bolsas de consorcio. Y así muchos más que no recuerdo ahora.
Nunca anoto mis sueños. Ni las ideas que pueden funcionar para escribir algo. Recordé anoche estas dos de forma insistente en más de una ocasión, lo que me dificultó el sueño. Ya las había recordado en meses anteriores de una manera más risueña y anecdótica, pero esta vez me persuadían de una forma más trascendental o moral. Salí del paso para volver a dormir un rato más, concluyendo que la única forma de hacer contacto real con las cosas que uno desea, incluso en un sueño, en donde no rige ninguna lógica de limitación, sea sin abandonar tu identidad y las posibilidades que te has generado, que son a fin de cuentas las armas con las cuales, en el fondo, toda persona desea generar una conexión sin imposturas con eso que lo deslumbra.
Me levanté y me
dispuse a escribir este texto con algunas ideas sin tanta ambición y recordé no
un sueño, sino una escena que viví en la realidad, pero no muy feliz. A una
persona con la que una vez estábamos intentando generar conexión la invité a mi
casa, es decir, a mis cosas, a lo que tenía a mano en ese momento, y miramos
una película. En un momento, inocentemente, para acercarnos más en esa
experiencia, yo quise comentar una opinión personal sobre la película. Me pasmó su enojo al callarme y decirme que no era así como yo decía porque en realidad
ella había escuchado una opinión más autoral o de autoridad sobre la obra en
cuestión. Probablemente a lo largo de nuestras vidas hayamos vivenciado
desconexión de forma constante con casi la mayoría de las personas, pero uno recuerda
con desasosiego aquellas con las que quería conectar.
Ahora comprendo que
esa persona no quiso soñar con lo que teníamos a mano, sino con otras cosas,
con otras personas y a través de otros escenarios, o con sus cosas y no con las nuestras, o con las que nos vendrían luego. La conexión sospecho que se
rompió ahí o quizá antes cuando hizo un comentario sobre mi biblioteca.
Por el momento, me
quedo con una idea de felicidad de César Aira que dice que para dar una opinión
con un argumento interesante solo basta relacionar dos temas que nos apasionen
y que nunca hubiésemos imaginado juntos, y sentarnos a pasarla bien un rato a
ver cómo juegan y se entienden, porque el texto, en la epifanía de esa
correlación, ya se había escrito solo, mucho antes de escribirlo de hecho.
***
Pablo Toblli es Licenciado en Letras por la UNT. Publicó los libros de poemas Nace en lo próximo (Ediciones Magna, 2015), Lucero de ruinas (Ediciones Último Reino, 2017) y el libro de ensayo Una lectura del imaginario poético de Tucumán (2000-2020) (Fundación Artes Tucumán, 2022). Nació en Tucumán, en 1987. Su e-mail es pablotoblli@gmail.com, por cualquier contacto.
Comentarios
Publicar un comentario