Colores modernos, una obra clave de la generación millennial
Por Pablo Toblli |
Las generaciones jóvenes han encontrado
el cauce de su propia autoreflexión de manera elocuente y brillante en el nuevo
disco titulado Colores modernos, de
la banda El estúpido martes sangriento, porque no es fácil animarse a una
síntesis que contenga a la nueva juventud en el medio del magma que supone
vivir todavía el torbellino del tiempo al que alude. Son muy pocos los artistas
que logran hacerlo; tal vez Charly García y algún otro más, que con sus líricas
y sonidos logran simbolizar el momento presente de una sociedad o anticiparse,
incluso, a los vericuetos del futuro: basta recordar lo contemporáneo del disco
Clics modernos del mismo García, que
logró amalgamar los debates de aquella época del país mixturando letras frescas
con el sonido aggiornado del rock de los años 1980.
El estúpido martes sangriento se propone,
en esa política de invención, celebrar los últimos cuarenta años de música pop y rock para contener a una generación específica, no
sólo desde lo musical sino también desde lo lírico. Es así que Chicos modernos -el tema de apertura del
disco- resume todo un universo en tan sólo treinta segundos de canción;
entonces, escuchamos algo de la new wave inglesa, algo del
rock nacional con marca García/Páez/Cerati y hasta el reciente trap, la nueva
música urbana de los más jóvenes. Esta síntesis es lograda sin parecer ampulosa
o pretenciosa en donde la banda, con maestría y sin ansiedad, logra tributar y
rememorar todas sus influencias musicales, como buenos hijos del consumo
dinámico de la Era digital que son; de allí que el disco sea pensado como un
collage celebratorio de distintas épocas de la música, cuya ambición se plasma
en los múltiples samplers del disco.
Uno de los mayores hallazgos de este
disco son sus letras, que logran plasmar el sentir de la generación millennial.
La primera frase del tema Nostalgia millennial
es “hay demasiadas cosas en esta nueva Era que me hace pensar, en verdad, si
algo vale la pena.” Es un grito definitivo y totalizador que nos atraviesa y
nos interpela como generación: el vacío del relativismo más extremo, la
libertad sin límites no sólo de Internet, sino también de los nuevos modos
diversos de relaciones afectivas y existenciales hacen, paradójicamente, que el
millennial se sienta vacío, anónimo y nostálgico de una época que añoran y no
vivieron, donde todo era más inocente y limitado, tal vez. Dicha letra se va
tornando cada vez más sombría a medida que avanza la canción: “[…] es tu
nostalgia millennial de tener todo a mano y no tener nadie cerca.” Progresivamente
esa situación de vacío devine en odio (Sí, la juventud siempre será el lugar de
la rebeldía y la contracultura) y en un cántico de revolución, incluso de
combatir el costado estupidizante de las redes sociales. Todo ello es logrado
en una disonancia sutil junto a una música que sobrevuela bailable para matizar,
de momento, los pasajes oscuros de la letra.
En las redes, tenemos la ilusión de que
tenemos todo a mano, de que podemos ser “los mejores”, “los más lindos”, “los
más talentosos” porque sustraemos lo que queremos mostrar de nuestro ego y, en
esa impostación estética, aparece la ilusión de que todo lo que queríamos está
pasando, pero, como en la epifanía del final de una fiesta, recordamos que en
realidad todo es una vil ilusión: “el tiempo no pasa y estoy en mi casa”. Como
vemos, la pregunta por el tiempo es la más acuciante en esta nueva Era y, sobre
todo, de pandemia en la que sentimos la presencia y el peso de un tiempo
fantasma que nunca termina de revelar su propia verdad y levedad, entonces, nos
replegamos en la ilusión del ego autosuficiente: “Dónde están esos chicos
modernos, dónde están esos chicos tan narcis.”
Desde lo musical, Colores modernos logra establecer filiaciones con bandas
contemporáneas de la escena indie argentina como 1915 y Telescopios que
utilizan teclados climáticos, sintetizadores, guitarras “siderales” con efectos
que también rememoran el brillo del sonido de los años 1980 y el funky, con la
necesidad de una lírica que trate los temas de las nuevas generaciones: basta
escuchar la canción Las prioridades
de Telescopios, que es un himno de la generación nacida en los años 1990.
A no desanimarse, que Colores modernos no sólo nos hace pensar
el costado darky de ser millennials, sino que también nos revela su costado
feliz; es por eso que en varias letras el costado afable de la libertad es el
bien más preciado que ha conquistado esta generación: “Ya no hay más dioses,
sólo existe nuestra libertad. Podemos ser, lo que tu quieras podemos ser.” Esta
es una de las frases más potentes de todo el disco porque resume el desencanto
por los ídolos, se produce así un desmitificación de aquellas figuras
enaltecidas que cultivaron juventudes anteriores, puesto que esta nueva generación
ya no endiosa a iconos de la cultura como lo hacían los antiguos rockeros que,
sin darse cuenta, en ese movimiento de construir un sujeto sin fallas se
obturaban y reprimían en su propia libertad, creatividad y existencias,
aplaudiendo a figuras que edificaban un sujeto “completo”, supraterrenal al que
todos debíamos aspirar, aplaudir y emular, desde prejuicios infundados. Ahora,
por el contrario, ese “desencanto” aparece como una vía de liberación y de
creer más en uno mismo que en los otros. En este sentido, en oposición a la
letra El diablo de tu corazón de Fito
Paéz, El estúpido martes sangriento canta “el diablo ya no esá en tu corazón,
sino en todos los ciegos que no quieren ver”, es una inversión porque los
ciegos son ahora los alienados, los que no pueden ver todo lo que la juventud
ya está haciendo y construyendo, aunque las grandes empresas o discográficas
vengan corriendo de atrás con toda su pestilencia.
“El mundo es demasiado grande para caber
en una sola idea”, expresa una letra. Al final, toda esa apertura se pone al
servicio de una existencia que presume la conquista del Ser por sobre todas las
cosas, en un movimiento de amor y libertad continuo, absorbiendo todos los estímulos
que el afuera puede brindarnos. De este modo, el disco termina con un
manifiesto, con una epifanía contemplativa de la cultura joven, plasmada en
unos coros que en espiral repiten: “Chicos y chicos aman libre, chicas y chicas
aman libres, chicos y chicos aman libres, chicos y chicas piensan libres,
chicas y chicas piensan libres, chicos y chicos piensan libres.”
Recientemente, El estúpido martes
sangriento, presentó el disco en el teatro San Martin de la provincia de
Tucumán y, al verlos, confirmé lo que suponía: una banda que puede aunar un
cuidado estético, sin olvidar lo áspero del rock más clásico, con uno de sus
frontaman -Fleko Correa- que aborda con soltura e histrionismo el escenario,
encarando las guitarras, los pedales y samplers para tributar al Cerati más
inspirado o tocando el teclado baja el ala de Fito Paéz, que cuando hace un
solo de guitarra sabe dar un paso al frente para dominar el escenario como un
dandy glam ochentoso, pero sin olvidar su condición de joven posmoderno,
asociándose con mucha química a su par Ramiro Juárez -para repartir el
liderazgo del grupo- y a una banda que cierra un cuarteto con un baterista y un
bajista que ponderan lo musical y lo conceptual por sobre todas las cosas,
antes que el despilfarro improductivo.
***
El
estúpido martes sangriento
se conforma por: Ramiro Juárez (voz, guitarra), Fleko Correa (sintes,
piano, guitara, coros), Gonzalo Brandán (bajo y coros) y Bernardo
Zelaya, (batería y percusión).
Para escuchar Colores modernos:
https://open.spotify.com/album/0P1lh5ekhbM2LGwQKFHPDk
https://www.youtube.com/watch?v=XOuLQVs8kbw
***
Imagen
1: Foto de El estúpido martes sangriento por Enzo Portillo. De izquierda a
derecha: Ramiro Juárez, Fleko Correa y Gonzalo Brandán.
Imagen
2: tapa del álbum Colores modernos,
diseñada por Gonzalo Brandán, Ramiro Juárez y Fleko Correa.
Imagen
3: El estúpido martes sangriento tocando en el teatro San Martín de Tucumán el
29 de enero de 2021.
***
Pablo Toblli es Licenciado en Letras y escritor. Ha
publicado los libros de poesía Nace en lo próximo (Ediciones
Magna, 2015), Lucero de ruinas (Ediciones Último Reino, 2017),
la tesis Una lectura del imaginario poético de Tucumán (2000-2020) (Facultad
de Filosofía y Letras, UNT, 2020) y diversos artículos en revistas culturales.
Es editor de la revista digital La Papa (lapapa.online). Nació en Tucumán en
1987.
e-mail:
pablotoblli@gmail.com
Instagram: https://www.instagram.com/pablotoblli/
Facebook: https://www.facebook.com/pablo.toblli/
Comentarios
Publicar un comentario